Echamos de menos a nuestros gatos

En casa tenemos esta cicatriz en la pierna de uno de nuestros gatos. 

Está casi curado, sólo una ligera decoloración. 

(Mirarlo nos ha dado ganas de escribir esto).

Nos despedíamos de nuestros gatos cuando nos íbamos a la universidad como si fuera la última vez que los íbamos a ver. 

Es fácil pasar por el aro y olvidar el dolor y la pena que existen. 

(No podemos hacer mucho mientras esperamos conseguir un terapeuta/psicólogo adecuado, ojalá que entienda de traumas. *El consejero de la escuela ayuda aunque son citas quincenales).

Aún no puedo llorar sin la amenaza de que me oigan, o peor aún, nadie me ofrece ayuda. 

(Las paredes son demasiado finas, junto con los suelos y los techos).

(Y un trauma que dice "no llores con volumen").

Quiero llorar, aunque me resulta agotador. 

Aún tenemos que ducharnos, lavarnos el pelo y los dientes e irnos a la cama. Lo cual es agotador en sí mismo.

Queremos un gato propio. 

Tal vez algo confiable con afecto constante. 

Y que nos necesita para sobrevivir. Aunque esa parte es cierta para un gato, suena retorcido. 

Ni siquiera hemos sacado el tema de un E.S.A. a nuestro consejero o lo hicimos y mencionamos que no tenemos dinero para mantener uno sano. 

Quizá algún día. 

Sobre todo si nuestro empleo en el campus va bien y nos da suficiente dinero.

También podría haber cierta pena y añoranza asociadas al hogar. 

"¿Cómo podemos echar de menos ese lugar?", sobre todo porque nos pasamos todo el verano intentando salir de allí. 

A veces es añoranza de nuestros padres, más bien la idea de ellos. 

Son pocos los buenos momentos con todo lo malo que hicieron (tanto consciente como inconscientemente). 

Quiero ver a nuestros gatos. 

Pero no quiero volver a ese lugar. 

Tampoco creemos que a nuestros padres les haga gracia que nos llevemos a los gatos con nosotros. 😏